Saber transmitir calidad y autenticidad

Saber transmitir la calidad y autenticidad de algo que queremos vender es esencial. Tomemos por ejemplo a Portugal, mi país. Es pequeño de tamaño, pero tiene mucho que ofrecer a los que viven allí y a los que llegan. Con un clima mediterráneo suave y agradable, conserva productos genuinos y de calidad, lugares auténticos y el arte del saber hacer…

Si pensamos en la gastronomía, tenemos vinos fabulosos, como el Oporto, Verde, Madeira y Alentejo. Una variedad de quesos, cuyo sabor y textura varían según los pastos de los animales y los procesos de producción. Somos un país de aceite de oliva que aún se extrae de árboles centenarios. Una tierra de mar, en la que no faltan productos del mar cada vez más elaborados. Un país dulce, con una larga tradición de confitería conventual. Y estos son solo algunos ejemplos de reconocimiento internacional. De norte a sur, hay mil recetas de masa de pan, embutidos, bacalao y mucho más…

Aparte de la gastronomía, tenemos el corcho que se utiliza para fabricar tapones, accesorios de vestir y en la alta tecnología, por ejemplo en el recubrimiento térmico de los transbordadores de la NASA o en el revestimiento aislante de la caja de la batería del avión eléctrico más rápido del mundo.

El arte de contar historias en los azulejos que recubren las paredes de iglesias, casas y miradores.

Y no podemos olvidar la extensa costa de maravillosas playas de arena fina y dorada bañadas por el atlántico.

¿Y cómo transmitir este mensaje de calidad?

El consumidor valora estar informado y conocer la razón de la calidad superior. Saber el origen, el proceso de producción de un producto, las características de un paraje y cómo se consigue un determinado sabor o preserva un lugar.

La imagen gráfica y el mensaje verbal deben transmitir todos los atributos que hacen que lo que vamos a vender sea atractivo y único

No obstante, existen instrumentos que refuerzan la calidad.

La certificación de calidad y el sello distintivo demuestran de forma imparcial y creíble la fiabilidad. Refuerzan la confianza de los clientes y la imagen de la empresa; aumentan la competitividad; facilitan el acceso a nuevos mercados y demuestran cumplimiento de las normas por parte de las marcas.

En el caso de los vinos, tenemos las regiones de denominación de origen controlada (D.O.C) que aseguran la calidad del vino. Por ejemplo, el Duero fue la primera región demarcada y regulada del mundo creada para defender y promover el vino de Oporto.

Los sellos de sustentabilidad certifican la responsabilidad ambiental, el cuidado en preservar el entorno y la preocupación con el futuro.

Y por último, también es importante invitar a imaginar la historia, prácticas centenarias, dificultades superadas y procesos que hay detrás de la producción o de la conservación de lugares de excelencia. Por ejemplo, destacamos los barcos Rabelo, embarcaciones de madera con vela cuadrada, que desempeñaron un papel fundamental en la propagación del vino de Oporto, en una época en la que el acceso a las fincas solamente era posible por vía fluvial, debido a la falta de carreteras y conexiones ferroviarias. Hombres valientes desafiaban las turbulentas aguas del río Duero, antes de que se construyeran las presas, para llevar, en cada viaje, unas 100 barricas de un vino exquisito a las bodegas de Vila Nova de Gaia-Porto.

Barco Rabelo. Río Duero.

La diferencia de un producto o lugar radica en la calidad, pero también en la capacidad de comunicar ese reconocimiento, el origen, autenticidad, esfuerzo y cuidado con el que se ha creado o conservado algo que es único. 

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